
El conocer lo que nuestros públicos demandan como temáticas de formación puede ser considerado el primer paso al momento de ofrecer un servicio de capacitación que pretenda crear valor para nuestros públicos.
Debería ser tan simple como preguntarles directamente: “¿En qué se quieren capacitar?”
Enviarles un formulario online y listo. (este artículo debería terminar aquí mismo, si la cuestión fuera tan simple). Obviamente, existen ciertas complicaciones de importancia diversa.
A lo anterior debemos sumarle que no es el mismo panorama el que debe enfrentar una institución educativa, un consultor, una organización sin fines de lucro o un colegio
profesional (por citar solo algunos ejemplos) Todos quieren ofrecer programas de formación, pero debe ser lo único en común que tienen.
¿Por qué es tan complicado que respondan?
Las razones son diversas y, aunque parezcan poco científicas, son muy realistas. En definitiva, estamos tratando con personas. Ni más ni menos.
Es posible que algunas de ellas le resulten conocidas:
Público particularmente poco participativo
Desinterés producto de una mala e inconstante comunicación previa con nuestro sector.
Agenda laboral agitada (sobrecarga laboral, eventos, paritarias, inicio y cierre de actividades, coyuntura socioeconómica, etc.)
¿Han pasado por alguna de esas situaciones?
Necesidades vs. temas
Nuestros potenciales alumnos podrían -con suerte, empeño y voluntad- esbozar las necesidades latentes que sienten, pero difícilmente llegarán a definir los temas de las posibles capacitaciones. Ese es nuestro trabajo.
¿Por qué deberían saber expresarse más y mejor? Gracias a que generalmente no lo logran es que la capacitación como servicio tiene un potencial enorme.
En futuras publicaciones vamos a profundizar sobre este tema.
¿De qué manera podemos averiguarlo?
La principal estrategia se basa en la creación de una relación de empatía, que dará como resultado inicial la confianza.
Una vez alcanzada esa instancia, las diversas tácticas se posibilitan. Preguntar, claro. Pero de diferentes maneras y en distintas oportunidades.
Método directo: en cualquier momento.
Método semi-directo: en las encuestas de satisfacción, al terminar las actividades.
Método indirecto: a través del desarrollo de otros servicios o documentación de interés para nuestro sector (manuales de buenas prácticas profesionales, por ejemplo)
No siempre el mejor camino es el más corto, a veces hay que rodear la situación.
¿Cómo preguntar?
En este punto hay varias verdades a tener en cuenta:
El trabajar con formularios online nos permite almacenar y ordenar las respuestas de manera mucho más eficiente.
Si realizamos preguntas abiertas, descubriremos respuestas que pueden sorprendernos positivamente. Y sobre todo con nichos de mercado nuevos nos ayudará a conocerlo y comprenderlo.
Si hacemos preguntas con opciones predeterminadas, serán más fáciles de tabular o determinar resultados a través de los porcentajes.
Posiblemente, lo ideal sea ofrecer un mix: preguntas con opciones y al final dar lugar a comentarios.
Conclusión
Averiguar las necesidades de capacitación de su sector requiere de una combinación entre ciencia y arte. Además, aceptar que para lograr el objetivo se debe pensar en una estrategia que se materialice en varias tácticas, algunas directas y otras que de manera indirecta nos provean de la información que necesitamos.
Nuestro sector puede no respondernos siempre cuando lo necesitamos, y a veces es porque no sabemos preguntar en el momento correcto, para eso es necesario antes que nada empatizar y, sobre todo, planificar para administrar la paciencia.
¿Están listos para empezar o mejorar lo que vienen haciendo? ¿Necesitan profundizar más en algún aspecto? Solo hay una forma de saber si lo que hacemos es correcto o no: dar el primer paso. Sobre este y otros temas hay mucho para conversar.
¡Nos mantenemos en contacto!